Es un mundo limitado. No sólo hemos llegado a todas sus esquinas sino que las alcanzamos con facilidad. Y así, hordas de nosotros vamos al encuentro de la naturaleza en los lugares más remotos y la hacemos objeto de consumo. No más espacios vírgenes, ningún lugar para estar con uno mismo o esconderse, no más inmensidad…
Es un efecto no poco importante de la superpoblación y del progreso tecnológico. Incluso los lugares más recónditos, y hasta ahora más inaccesibles, se van convirtiendo en nuestro jardín.
La fotografía, por su carácter fragmentario, todavía puede mostrar paisajes prístinos y sin fin. Pero es todo un truco, un engaño. El lenguaje fotográfico es hábil para prometer realidad y entregar ficción o, incluso, mentira. A este fin, el encuadre, ese elemento tan básico e inherente al medio, es una herramienta muy eficaz.
Este proyecto es un canto a la belleza del medio natural y, a la vez, una elegía por la pérdida de su esencia .
Cano Erhardt, noviembre 2018